He visto actuar a Fito Páez varias veces, si bien no soy un verdadero fan de su música, de esos que se saben todas las letras, que pueden recitar su discografía de pe a pa o que pueden contar anécdotas significativas de su carrera hiperactiva. No necesita mi aprobación, por supuesto, pero diré que lo considero un compositor talentoso, pianista formidable, creador de grandes canciones y poseedor de una energía envidiable que lo mantiene activo aún sexagenario. La gira conmemorativa por los 30 años de su popular disco El Amor Después del Amor lo ha dejado claro. Asistí al último concierto de esa gira. Tenía boleto para septiembre de 2024 pero un accidente doméstico con varias costillas rotas obligó a que Fito lo pospusiera para enero de 2025. El concierto, como se esperaba, fue un potente recorrido nostálgico por la música creada por el rosarino en la década de los 90 del siglo pasado, toda ella coreada a gritos por miles de fans que se dieron cita en el Auditorio Telmex. Días antes la gira había tenido un episodio apoteósico en el zócalo de la Ciudad de México, donde se congregaron cerca de 80 mil personas para rendirle pleitesía y gozar del virtuosismo de sus músicos.
La primera vez que supe de Fito Páez fue a principios de los años 80. Me atrevo a afirmar que nadie en México sabía quién era. Yo tenía un grupo con el que trataba de abrirme paso como compositor de canciones. Apareció un uruguayo hablantín que estaba asociado a un antro de la capital del país. Dijo que traería a un cantante argentino extraordinario que recién había publicado su primer y muy exitoso disco. Era de Rosario, se llamaba Juan Carlos Baglietto y el uruguayo proponía que mi grupo abriera sus conciertos en México. Nunca habíamos oído hablar de ese Baglietto pero era tal el entusiasmo del parlanchín uruguayo que nos dio curiosidad. Nos compartió aquel disco de 1982, ciertamente bueno, de nombre Tiempos Difíciles. Baglietto era un cantante muy solvente y las canciones una bien lograda mezcla de géneros con énfasis en las letras. Y muy bien ejecutadas en lo instrumental. La mitad de los temas habían sido compuestos por el jovencito tecladista de la banda, de apenas diecinueve de edad, un tal Fito Páez, quien dos años después habría de grabar su primer disco ya como solista, y con ello inauguraría una exitosísima carrera. Para nuestra decepción Baglietto nunca vino, el uruguayo resultó tan bueno para hablar como fraudulento para concretar. Como compensación nos llevó a hacer dos presentaciones a su antro capitalino una de las cuales nunca nos pagó. De Fito volví a escuchar hasta 1986 cuando alguien me compartió su magnífico segundo disco, Giros, donde vienen dos canciones que suelen ser obligadas en sus conciertos hasta el día de hoy: 11 y 6 y Yo Vengo a Ofrecer mi Corazón. Lo que siguió fue una larga historia no exenta de episodios dramáticos.
Claro que la gira reciente debía ser nostálgica por definición. El asunto empata con el lanzamiento en 2023 de la serie El Amor Después del Amor, la biopic sobre Páez donde se cuenta la primera parte de su carrera y que volvió a poner los reflectores en la trayectoria personal y musical del autor. El mismo Fito produjo en 2023 una nueva versión del álbum célebre que sirvió de pretexto a la gira, un disco que a mi me pareció, a pesar de las muchas estrellas internacionales invitadas -Chico Buarque, Elvis Costello, Calamaro, Marisa Monte, Estrella Morente, Mon Laferte, entre otros)- , un tanto fallido, sin la potencia y espontaneidad del original.
Reviso la discografía del rosarino y me doy cuenta que en este siglo 21 ha producido más discos que en el siglo anterior. Algunos de ellos han sido exitosos y premiados pero me temo que al menos en México sus fans siguen atados en su mayoría a las canciones de los 90. Otro ejemplo es la Playlist que propone Apple Music como “esencial” de Fito, muy tacaña con las grabaciones de este siglo. Sin embargo Páez no se ha detenido, su arriesgada trilogía reciente – Los Años Salvajes, Futurología Arlt y The Golden Light- lo atestigua. Y hay un disco nuevo en camino que seguro estará afuera este mismo año. Fito tiene 61 años y por lo que se ve muchos planes por delante.
Aquí, un buen texto que revisa los momentos brillantes de esa discografía
Por lo pronto sigo disfrutando del buen sabor de boca del concierto reciente: un Fito desbordado, con la solvencia instrumental a tope, la escenografía con momentos emocionantes (Tumbas de la Gloria y Ciudad de Pobres Corazones como puntos destacados) y un cierre a la nostalgia que más de 30 años después se sigue imponiendo.